La (supuesta) amanita en una fase de desarrollo no demasiado avanzada. Puede llegar a tener una altura considerable, pero en los parques es difícil su pleno desarrollo.
A veces en los parques podemos encontrarnos grandes sorpresas del reino Funghi. La particular forma de reproducción de los hongos hace que especies muy extrañas puedan aparecer en lugares poco imaginables. Y así nos ha ocurrido con este tipo relativamente raro de amanita, que hemos encontrado en mitad de los jardines de la plaza de Italia, luchando por salir entre la grama. La seta en cuestión, con reservas, es la Amanita equinocephala, amanita solitaria, o alguna especie similar.
En el primer vistazo que le echamos, al tratarse de un parque, consideramos que sería el típico champiñón amarillento o alguna lepiota blanca. Pero poco a poco veíamos que no iban coincidiendo las carácterísticas del hongo -las láminas blancas, el anillo, la forma de la volva y sobre todo, esas escamas tan llamativas que cubrían todo el hongo. De esta manera, por descarte, acabamos llegando al grupo de las amanitas equinocephala. Sin embargo, esta consideración es algo insegura, dada la rareza de este hongo y su preferencia por frondosas en suelos calizos. Qué demonios pinta en un parque, es algo que de buena gana se lo preguntaba al jardinero municipal y le interrogaba por el origen del abono. El amigo Alfredo Anega asegura que la comercialización del abono conduce a una exportación continua de hongos de todos los lugares del mundo, incluidos formas tropicales e invasivas (algunos clatos y alienígenas similares llegaron así a Europa). Maravillas y desgracias del comercio mundial y la globalización, si lo quieren ver así. Así que si quieren ver especies raras, husmeen primero en los parques municipales de su pueblo o ciudad.
Aspecto del sombrero con esas motas tan peculiares propias de estas amanitas.
el lugar donde aparecen estos hongos micorrizos. La punta blanca que está en mitad de la foto, es la amanita.
El G.P. no se resiste a echar una rápida foto al torreón de la plaza de Italia. La construcción del barrio es de los años 30, en una de las primeras ampliaciones de la ciudad que tuvo por nombre las casas baratas de Cáceres. De esa época queda fundamentalmente el trazado urbanístico, muy geométrico y la propia torre tan característica de Peña Redonda. Enclavada sobre un resalte de cuarcitas la torre compite en altura con el resto de iglesias y palacios de la parte vieja de la ciudad.
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