domingo, 15 de maio de 2016

CICUTAS EN ALDEA MORET


   Presentamos la planta mortal más tristemente famosa de la historia de la filosofía: la cicuta. El griego Sócrates murió envenado por una tisana hecha con los frutos de esta planta, altamente tóxicos. Y el GP, en su condición de filósofo, debería sentir cierta animadversión hacia esta hierba, cosa algo estúpida cuando en realidad fueron los atenienses y el mismo Sócrates quien aceptó beberse semejante mejunge.  Esa desastrosa herencia hizo que algunos antiguos personajes de la televisión se revistieran con el nombre de la planta como sinónimo de pérfido y de malas intenciones, como el famoso señor Cicuta del Un, dos, tres (hablamos de hace más de cuarenta años...). 
Hoja y tallo de cicuta con sus típicas manchas rojizas.
Dicho hasta aquí, parecemos estar hablando de una planta exótica y de tiempos lejanos. Pero en realidad, la cicuta es una umbelífera frecuente, ampliamente representada en nuestros campos y senderos, y quizás nuestros ganaderos y biólogos ya no sepan quién era Sócrates, pero saben bien que es un peligroso tóxico para el ganado ovino y que es conveniente mantenerlo a raya en nuestros campos. 
Sócrates tomando la cicuta, según el pintor David (1787).
personajes reconocibles para nuestros abuelos: el señor Cicuta (Un, dos,tres..)
Vamos ahora al lugar de nuestro encuentro con la Sra. Cicuta. Supuestamente, esta planta puede aparecer en lugares húmedos o en orillas de regatos. El GP pensaba que lo que podía verse por el parque del Príncipe era cicuta hasta que el señor Alfredo Anega vino a decirnos que se trataba del nabo del diablo -otra zanahoria todavía más peligrosa-, y que era más fácil encontrar cicutas en lugares que no estuviesen permanentemente húmedos. Así que el azar nos llevó con la bicicleta hasta los campos de Aldea Moret, y allí entre otras muchas cosas que vimos ese día -anades, galápagos y campos florecidos- visitamos las ruinas de la casa agrícola de la corchuela del Salor, donde se pueden ver un par de cochiqueras abandonadas y semiderruidas. Precisamente entre sus ruinas pudimos ver un buen grupo de cicutas que, aprovechando las piedras y la falta de arado, se habían convertido en buenas "okupas" de la zona, junto a cardos marianos y amapolas. Aquí llamaban la atención por su considerable porte y su gran número, y aunque esta especie la podremos encontrar en otros muchos lugares de la zona, no siempre es fácil de distinguir de otras especies como el nabo del diablo. Quizás están aquí, como nos decía Alfredo para las bulbáceas, porque las antiguas construcciones no son lugares que se remuevan mucho, y por el mayor grado de humedad que pueda darse entre las piedras, las podemos encontrar con gran abundancia... Una buena forma de distinguir la cicuta de otras especies es fijándonos en las manchas rojizas de su tallo y el carácter hueco del mismo. La flor es más menuda que la visnaga, aunque todas tienen forma de umbela o paraguas, y el porte -también según el experimentado Alfredo- es menos frondoso que el del nabo del diablo.
Flor de la visnaga (Ronda Norte)
Flor de la cicuta (Corchuela de Salor)

 Florescomparadas de la visnaga y la cicuta. La visnaga es aplanada y exhuberante y muestra la típica protuberancia negra en el centro para atraer insectos. Además, la visnaga suele florecer algo más tardíamente que la cicuta o el nabo del diablo.

Vigorosas cicutas emergen de las piedras.
Anades en las charcas de ganado al lado de la autovía.
Galápago solitario en la charca de los patos...

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