quinta-feira, 7 de setembro de 2017

LAS CANTERAS DEL MOJÓN BLANCO, REVISITADAS.


El Mojón blanco desde el cerro de Oliva Martín. Desde aquí se distingue el carácter plano de la cima y la caída a la Vera.


La ruta: en rojo, el trazado por caminos.

Punto de entrada desde la carretera de Piornal a Garganta.
Cuarzo rosa en las rampas de subida al Mojón blanco
   El Mojón Blanco ha sido otro de los "regresos" de este año para el GP. Desde el 2009 no subíamos a esta mesa de la Sierra de la desesperá; entonces lo hicimos a pie con el tío Crispín, buen conocedor de la zona. Ahora el GP lo hacía solo, acompañado únicamente de su bicicleta; en nuestro favor contamos que en la actualidad (y por el momento), el sendero está muy bien señalizado y no tenemos el riesgo de pérdida. Tanto la cima del mojón, como las canteras o el propio pueblo de Piornal se convierten en referentes visibles durante buena parte del camino, por lo que a pesar de sentirnos a veces en mitad de la nada, no hay
Brezos pequeños en las mesas: cimas planas a 1400 metros.
pérdida y casi todos los caminos nos conducirán a Roma (es decir, Piornal).

   El Mojón blanco es más que un pico, una amplia "mesa" de  la sierra de la Desesperá, prolongación de la sierra de Tormantos y que alcanza en su punto más alto 1415 metros. Hacia Piornal el desnivel es tan solo de unos 250 metros, pero hacia la Vera, ese desnivel se vuelve casi kilométrico, y las vistas, como en buena parte de la sierra de Tormantos, son impresionantes.
Habitantes pétreos en el Mojón. El GP hizo más.

Mi propio monolito, mirando la Vera.
  Estas "mesas" o mesetas altas son bastante típicas de toda esta sierra. De hecho, el propio pueblo de Piornal se asienta sobre una de ellas. A veces forman grandes berrocales graníticos (como el berrocal de La padrona), mientras que otras veces, como
Cantera del Mojón Blanco, abandonada.
Xenolitos y migmatitas (cantera de las Jurres)
Cortes de la cantera de la zona de las Jurres.
Haces de turmalina sobre pegmatita (cantera de las Jurres).

Bloques migmatíticos desechados de la cantera.
el de este lugar, tan solo pisamos un suelo liso y arenoso que acentúa ese carácter plano. Aparte del propio Mojón, el lugar se hace interesante además por el hecho de encontrarnos con fuentes serranas, trampas de lobos, y dos canteras en explotación esporádica que pueden visitarse sin problemas. La ruta que seguimos, como hemos dicho, está dentro de los senderos que el ayuntamiento de Piornal ha habilitado hace dos años, y en el día de hoy, están bien señalizados y también wikiloc dispone de este recorrido. Esta ruta empieza poco después de dejar el cámping del pueblo en la carretera de Garganta la Olla; pero nosotros tomamos el camino un poco después por otra entrada, cuando veamos una espesa plantación de pinos a mano izquierda. El camino se va haciendo cada vez más empinado, y si al principio es relativamente fácil de ascender con la bicicleta, aparecerán rampas de tierra, fuertemente erosionadas por el agua y con gran cantidad de piedra suelta, que nos obligarán a bajarnos de ella (al no ser que seamos unos sansones). En esas rampas podemos observar grandes filones de cuarzo, buenos prismas de biotita, granitos pinitizados de aspecto verdoso, óxidos de hierro y en un sorprendente caso, nos topamos con un bonito cuarzo rosa. Esta es la parte más dura de la ruta, subiendo por este lado.
Vista de Piornal bajando a las canteras.
Anatexia en el granito. Metamorfismo.
     Pero el esfuerzo no es excesivo: al cabo de un kilómetro de ascenso, la pendiente se suaviza y alcanzamos la mesa o altiplanicie de la sierra. Incendios pasados le dan un aspecto plano y uniforme, con brezos no demasiado desarrollados y robles
La bicicleta serrana, algo destartalada por la ruta.
achatados por los rigores del clima en invierno. Es en ese trayecto donde encontramos la trampa de lobos y la fuente del Mojón blanco, construida hace unos setenta años, y testigo silencioso de la época de máxima expansión de la cabaña caprina de Piornal y de mayor explotación del monte. No esperemos encontrarla por indicaciones: la fuente solo es identificable por la presencia de helechares y pasto verde de montaña. Como hemos comentado en otra ocasión, el carácter abandonado de esta fuente la convierte en hábitat natural de víboras, aunque nosotros no hemos visto ninguna. Un kilómetro después nos encontraremos con una señal que marca la dirección al Mojón Blanco. Una vez llegados allí, el GP se encuentra con la sorpresa de mudos visitantes, en forma de hitos de losas de piedra. Otros visitantes antes que nosotros se entretuvieron haciéndolos, y entonces el GP tampoco pudo evitar hacer unos cuantos más y contribuir al paisaje. Al igual que ellos, uno se queda contemplando como un bobo el horizonte, que llega hasta las Villuercas y todo el Campo Arañuelo, y se pone a reflexionar sobre la vida y la envidia que le está dando al cuñado, al que manda una foto solo para fastidiar. La única cosa que falla en estas alturas es la escasez de aves que observar. Y es que no hay ni un miserable buitre que avistar por las latitudes, quizás también porque nos encontramos en una zona eminentemente agrícola, y no ganadera, y los buitres se largan para otro lado.
El mojón del Mojón Blanco.
    A partir de ese punto, el camino empieza a descender lentamente hasta una primera cantera; por el sendero nos vamos topando con todos los minerales típicos de la zona, cristales de feldespato, buenas puntas de cuarzo y turmalina, procedentes de filones pegmatíticos que atraviesan el camino. Pero es en las canteras donde nos encontramos con "buenas vistas"  geológicas. La cantera más alta, excavada sobre una planície húmeda y turbosa, ofrece multitud de bloques desechados para la construcción precisamente por tener irregularidades en su textura en la forma de filones e intrusiones de migmatitas. La forma como se conservan estas últimas, al corte, permiten ver los grados de intrusión y los fenómenos de anatexia que ha sufrido la masa granítica. En nuestra opinión son planchas muy hermosas, pero menos resistentes y poco homogéneas que suelen descartarse en la industria de la piedra. Aunque ya hemos hablado alguna vez de estos procesos, los procesos de anatexia son modificaciones metamórficas de la roca de partida por fusión, y en las que suelen ser visibles la parte de la roca alterada (neosoma) y la de partida (paleosoma). En este caso, lo más interesante es visualizar los límites entre una y otra, como si de un cuadro impresionista se tratara.
    No está mucho más lejos la otra cantera, menos visible y
Xenolitos (cantera de las Jurres).
que debemos prestar atención en el camino si no queremos desviarnos. Esta mira hacia el Jerte y es de mayores dimensiones. Máquinas abandonadas y saqueadas, hierros oxidados y casetas cerradas aumentan la sensación de abandono de toda la zona. Aquí los cortes del granito permiten ver grandes filones de aplitas y pegmatitas, xenolitos, restitas y migmatitas. Desgraciadamente, apenas tuvimos unos pocos minutos para visitarla adecuadamente, y encima, mirando los granitos casi nos chocamos con panales de abejas, con lo que del susto el GP se marchó corriendo, camino de Piornal nuevamente.


Preciosas intrusiones de migmatita sobre la masa granítica: Van Gogh podría habelo firmado (cantera del Mojón Blanco)







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