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domingo, 6 de dezembro de 2015
LA COLINA DE LOS ALACRANES EN ALDEA MORET
segunda-feira, 8 de julho de 2013
SOBRE ALACRANES Y DIABASAS EN "LA ALBERQUILLA"
Aquí tenemos un señor alacrán manduncándose la cabeza de una pobre hormiga. Y eso que el alacrán no debe estar en su mejor día: le falta una de las pinzas.
Otro señor alacrán despertado de su siesta, con evidente mal humor y mostrando su aguijón al público distinguido. Y el GP que iba buscando ranas y tritones... Quién iba a pensar que a estos alacranes les gustase tanto el fresquito.
Otro animalito más frecuente en este paisaje húmedo: un gallipato aprovechaba la oscuridad de las piedras para pasar el tórrido día.
Cáceres puede ser un lugar bastante atractivo para un alacrán. Y sin embargo, es una especie bastante selectiva en lo que a sus hábitats se refieren. Resultan algo raros de encontrar en la sierra de la mosca, poco arenosa y demasiado arcillosa y pedregosa para construir sus madrigueras bajo las piedras. Veinte años removiendo piedras en las cercanías de Sierra de Fuentes y apenas nos encontramos con cuatro o cinco ejemplares en todo ese tiempo. Los alacranes sin embargo se extienden más en la penillanura, y especialmente en las zonas de suelo más suelto y fácil de mover. Así que cuando estuvimos visitando el valle de los Hornos, granítico y con partes extremadamente arenosas, no nos sorprendió tanto encontrarnos con un par de alacranes nada más levantar un par de pedruscos. Lo llamativo del caso era la gran humedad de la zona donde los encontramos.
La primera reacción del alacrán fue hacerse "el muerto". |
El otro descubrimiento de interés fue el filón de diabasas que cruzaba esa misma zona, en mitad de la intrusión granítica del sinclinal de Cáceres. Investigando después, el cuaderno del IGME que acompaña a la hoja geológica de Cáceres sostiene que existen diabasas esporádicas y poco alteradas en el interior del sinclinal, y hace una relación más directa a una encontrada en las cercanías de la casa de Lagartera, bastante cercana al lugar de nuestro hallazgo y vinculada también a los granitos tectonizados de la zona. Ya no hace falta irse a la falla de Plasencia para ver los "bolos" tan característicos de estas rocas...
Rocas diabásicas encontradas en "la alberquilla"
sexta-feira, 28 de agosto de 2009
CUANDO CANTAN LOS ALACRANES
Salía yo con Gema de su casa en dirección a La Serrana. Ella me había dicho: "aquello está lleno de alacranes, como no te puedes imaginar, salen por todas partes e inundan la carretera". Lo cierto es que no llegamos a ver ninguno esa noche, pero al salir del pueblo, al canto de los grillos le acompañaban un piu-piu-piu, cada vez más estruendoso conforme se hacía la oscuridad.
- Eso tienen que ser pájaros, o murciélagos... dije a Gema.
- Eso tienen que ser pájaros, o murciélagos... dije a Gema.
- Yo creo que son los alacranes.
- No puede haber tantos, respondí yo convencido.
Al día siguiente había quedado con el tío Crispi para recorrer la sierra del Mojón Blanco, y yo, con la duda, le pregunté sobre aquel ruido nocturno. El tío Crispi se conoce la sierra de cabo a rabo, levanta las piedras, escala las piedras, contempla todo con sus neumáticos, tiene la mirada de un niño pequeño preguntándose por todo.
- Pues claro que eran alacranes, y tú qué pensabas... a mi abuelo le picaron una vez y estuvo tres días con dolores. Te voy a enseñar sus guaridas.
Al parecer, el tío Crispi era experto en reconocer las guaridas de los alacranes. Excavan un agujerito debajo de las piedras, pero dejando la marca de sus pinzas en la arena: esto las hace como si se trataran de la entrada de un pequeño hormiguero.
Al parecer, el tío Crispi era experto en reconocer las guaridas de los alacranes. Excavan un agujerito debajo de las piedras, pero dejando la marca de sus pinzas en la arena: esto las hace como si se trataran de la entrada de un pequeño hormiguero.
Al principio no hubo suerte, pero al llegar a las cercanías de Piornal, dijo:
- En esta hay uno seguro.
Y así fue: nada más levantar la piedra se revolvió un pequeño animal, amarillo y negruzco.
Es un ciempiés, dije yo, pero en ese mismo momento vi su cola erizarse y mostrar su aguijón y sus pinzas. El animal se echó a correr, perseguido por el cayado del tío Crispi. Jugueteó con él por un rato, aunque sabiendo yo que no habría misercordia para él, una vez lanzada la foto.
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