segunda-feira, 31 de maio de 2010

LOS AVIONES ALFAREROS


El paseo de la mañana con Juan ha tenido un encuentro insospechado. Estábamos los dos contemplando, entre estornudos y risas varias, las flores del parque del padre Pacífico, cuando una bandada de peculiares pájaros llamó nuestra atención. Un grupo de aviones había convertido un pequeño barrizal en su aeropuerto particular. Era la primera vez que contemplaba (Juan se había dormido en ese momento) esta especie posada en tierra firme. Por un momento pensé que eran ejemplares jóvenes que estaban bebiendo del charco diminuto creado por el agua de riego, o que tal vez estaban buscando comida fácil en el suelo. Sin embargo, cuando después pude ver las fotos con más tranquilidad, reconocí lo que estos pájaros estaban haciendo: se llenaban sus picos de barro y raíces para construir los magníficos nidos de los alrededores. Vamos, que lo que estaba viendo era una auténtica "cantera" con gente trabajando rauda y veloz para rematar sus hogares. 
  
El verderón de la foto fue el último invitado. Este sí que no podía negar que acababa de salir del nido. Apenas podía volar y se acercaba a nosotros con la misma ingenuidad con la que contemplaba a los ruidosos canteros de blanco y negro.


DE VISITA... AL MONTE DE AGUAS VIVAS

Son ferias en la ciudad, y encontrar un lugar sin demasiado ruido resulta algo difícil en estas fechas. La música machacona de las casetas, las sirenas de los cacharritos y hasta los gritos de la gente subida a las atracciones, se escuchaban a kilómetros de distancia, desde las alturas del Portanchito. Conste que no tengo nada en contra de las ferias, pero mi alma budista me pide descansar de otra forma cuando el pequeño Juan lo permite. Por eso decidí largarme a los montes opuestos a la feria, mirando hacia el norte, lejos del mundanal ruido, y sin un ser humano a cientos de metros a la redonda.
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Así que opté por visitar el Monte de Aguas vivas, ubicado en el lado norte de la ciudad, y abandonado por mí desde hace varios años. La razón de ese abandono era debida a que no sabía cómo subir hasta él. El camino tradicional había sido cortado por las obras de la Ronda Norte y me costó varios intentos frustrados con la bicicleta encontrar el camino de subida (ni google maps resolvía el entuerto). Por fin, en el día de ayer, y a través de un acceso por la carretera del Casar, una vez atravesado la parte alta del monte por la carretera, conseguí meterme en el buen camino y llegar hasta lo más alto del monte. Atravesando matorrales y bajo un calor de más de treinta grados, logré subir hasta las cuarcitas más altas y revisitar mi niñez. Para mí se trata de un lugar especial: hacía veinte años me encontraba en el mismo lugar, en una excursión del colegio, y me dejaba fascinar por primera vez por los minerales. Aquí recogí mi primer cuarzo, que todavía guardo en mi colección. Entonces no podía imaginar que dos décadas después seguiría con la manía de los pedruscos.      
 
Para nuestra sorpresa, en una parte más resguardada de la ladera se pueden contemplar todavía alguna zona cubierta de margaritas: los últimos coletazos de la primavera en la zona. La mayor presencia de matorral al pie de la foto marca la presencia del cauce seco de un regato.
Dientes de león auténticos, del tamaño de un puño. No los he visto en los alrededores de Cáceres excepto aquí.
La subida al monte está repleta de cristalizaciones de cuarzo, provenientes de las mineralizaciones que se producen en la cuarcita que rodea a todo el sinclinal. En este lugar son característicos los grandes cristales entrecruzados formando grandes rocas que se rompen con facilidad.
Una tabarilla acaba de cazar un insecto. Las parejas están muy ocupadas ahora criando una prole hambrienta, o enseñando ya los primeros vuelos en el mundo. En las laderas arboladas nos hemos encontrados las primeras bandadas de jilgueros recién salidos del nido.
  
Los terrenos rocosos son el hábitat preferido de las digitales, y ahora es el momento perfecto para observar su floración. Aparecen en los lugares más insospechados: basta una grieta en la roca para que se desarrollen.

domingo, 30 de maio de 2010

EL LADO MÁS OSCURO DE LA CAZA


Un buen galgo de caza, eso era yo, sí señor. Sirves a tu amo toda tu vida con honestidad, con sacrificio, esperando días enteros en la oscuridad de un cobertizo su llegada, y haciendo carreras en las que te rompes cada hueso de tu pata. Celebrando cada pieza recogida, escuchando con alegría los disparos de la escopeta. Y un buen día, te sientes débil. No puedes seguir caminando de la misma manera. Te asfixias cuando corres y comienza a fallarte la vista y el olfato. Entonces, cuando los días empiezan a ser largos y el sol comienza a calentar, te suben al coche, te llevan a un descampado o una ciudad desconocida, abren la puerta y de un empujón te echan fuera. Cuando quieres saber lo que ha pasado, el coche está lejos, y tu amo con él.  En el lenguaje de los perros no existe el rencor hacia el amo, solo lágrimas por su pérdida. Y se inicia una búsqueda terrible, calle por calle, jardín por jardín, coche por coche. El sol calienta, la sed sacude tu cuerpo, ojos compasivos te observan, pero no son los ojos del amo.

Una revelación. Cuando ves que entre los seres humanos hay gente que trata a su semejantes peor que a nosotros mismos, pierdes la esperanza y con ella se derrumban tus últimas fuerzas. Te das cuenta que el cariño recibido, la comida y el techo eran meramente un medio para comprarte, y que tú no tienes más valor que los conejos que has cazado para él: mero medio para su diversión. En el idioma de los perros eso no existe: él era el jefe de la manada y lo sigue siendo. Pero hablábamos lenguajes distintos, y nunca me he dado cuenta de eso hasta que ya era demasiado tarde.   


Las fotos están tomadas a la salida de Cáceres por la carretera del Casar, y no son agradables. Pero no todo es agradable, cuando se pasea por el campo. Y es que durante la primavera, es fácil encontrarse con perros viejos con mirada perdida vagabundeando por la ciudad. Algunos tienen suerte, otros no tanto. Alguien podrá decir que este no es un tema importante. Es más, hoy en día muchas personas se sienten tratadas peor que el perro de arriba, y el relato se podría trasladar al sentimiento de un parado o un pensionista. Pero al menos, esas personas pueden defenderse (o eso nos hacen creer, con la idea de la libertad del hombre).

sábado, 29 de maio de 2010

CALCEDONIAS CACEREÑAS Y OTROS ESPECÍMENES

Reconozco que tenía ganas de escribir sobre algún pedrusco últimamente, y no encuentro otra forma mejor de hacerla que hablar sobre el mineral más común que podemos obtener por casi cualquier zona del mundo: el cuarzo. Para el gemólogo, la abundancia produce el desprecio, pero en la geología se recompensa con multitud de formas curiosas en las que puede aparecer. Y es que la belleza en los minerales no se reduce a las piedras preciosas, y si no que se lo digan a los cuarzos, esas piedras tan agradecidas para los que inician una colección de minerales.


Este peculiar ejemplar de cuarzo está  recogido de la mina de San José. La forma que presenta aquí el cuarzo es debida a que aquí actúa como mineral encajante de otro que se ha perdido por la erosión, de carácter laminar. Posiblemente se trataba de algún tipo de mica o pirofilita, tan frecuente por esos lares. Estas curiosas formas también las deja la pizarra cuando el cuarzo aparece en ella en forma de filones.

Dos ejemplares de ágata / calcedonia cacereña, procedente de la carretera de Malpartida con Cáceres, en la zona de contacto del sinclinal con el batolito de Cabeza de Araya. En ese lugar son frecuentes las calcedonias bandeadas, y en este caso, la presencia del hierro les da un llamativo color rojizo. Suelen venir acompañadas en este caso de grandes masas de feldespato.


Bandeado de la calcedonia, x40 en el microscopio de Gema.

Puntas de cuarzo procedentes de las drusas del cerro de los Romanos, acompañadas habitualmente de dahlita palmeada (apatito masivo). Aquí presentan un peculiar color anaranjado.


"Las rocas no recomiendan la tierra a quien la labra, pero sí a los que obtienen una cosecha de otro tipo: artistas, poetas, caminantes, estudiantes, amantes de todos los objetos primitivos que encontramos al aire libre"
         
John Burroughs, The friendly Rocks

domingo, 23 de maio de 2010

DE VISITA... AL CERRO OTERO EN PRIMAVERA

Después de pasar una hora con los pies de Juan en mi frente, hacer carantoñas varias y conseguir por fin que el pobre hiciera sus necesidades, conseguí un rato -una hora de reloj- para una visita rápida al cerro Otero en la Sierrilla. Ya había hecho la visita en la semana anterior y habían pasado muchos años desde la última vez que hice la bajada entera en bicicleta desde la cima hasta la carretera del Casar. Reconozco que este es uno de los pocos lugares que encuentro mejorado desde hace una década. La cañada que atraviesa todo el cerro ha sido repoblada con encinas y pinos y ofrece una imagen más arbolada que en mis tiempos adolescentes, cuando el G.P. subía el cerro con más asiduidad.

A nuestro regreso tuvimos la gran suerte de ver un buen rebaño de cabras atravesando la cañada. Estas cabras son las mejores desbrozadoras que existen en nuestros campos: arrasan con todo. Era un espéctaculo verlas dando saltos para comerse las hojas de las encinas. Cuando el G.P. pidió a los pastores -que iban en furgoneta- dejar hacer unas fotografías pensaron que tal vez estaba mal de la cabeza. Será nuestra falta de costumbre.

El señor rabilargo llevando unas flores para la señora en el pico. Estos córvidos se dejan ver mucho esta temporada por multitud de sitios, incluida las cercanías de la ciudad.  Aviso para camperos: estos pájaros devoran todo y la mejor forma de localizarlos es dejar pienso para gatos y perros en un sitio despejado. Entre las proezas de los "rabúos" está el realizar migraciones que los llevaron hasta la mismísima China. Ahí es nada para el pajarillo.
Estas últimas semanas de mayo todavía nos permiten ver algunas flores en todo su esplendor. Aquí tenemos la estepa blanca, muy común en toda la geografía mediterránea (no pregunten a quién se le ha ocurrido en nombre). Mientras que en los llanos los pastos están angostándose rápidamente con el calor de la última semana, aquí todavía disfrutamos de algunos prados verdes.

En estos lugares nos encontramos también con alguna curiosidad geológica. Entre la cuarcita armoricana dominante en el cierre del sinclinal, se pueden observar algunos estratos arenosos, con una base altamente ferruginosa. Aquí la hematites actúa de matriz con el cuarzo y tiene un grosor de unos dos centímetros, dependiendo también del lugar. En el camino de la cañada, muy pedregoso, es fácil encontrarse con buenas piezas de este mineral, y rocas de aspecto brechoide con fragmentos de cuarzo cementados con hematites

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terça-feira, 18 de maio de 2010

UN PEQUEÑO PIRATA EN LA LLANURA

Posted by Picasa
Enmiendo el error que cometí hace unos meses el atribuir a este pequeño pirata el apelativo de carpintero. Y es que el alcaudón, que en la primavera tenemos el gusto de verlo por las llanuras y dehesas de nuestros alrededores, es uno de los más pequeños depredadores alados de nuestro campo. Tuve la suerte de encontrarme varias veces con este ejemplar que tenemos arriba en mis paseos en bicicleta por los llanos de las Arenas. Intenté buscar en las retamas que le encontré alguna de sus presas colgadas de alguna espina -saltamontes, ratoncillos y presas similares-, en forma de "despensa" para tiempos mejores, pero no pude encontrar nada. Quizás nuestro amigo se las zampó todas y no dejó vestigio alguno para nuestras investigaciones.

sábado, 15 de maio de 2010

TOJOS EN LA SIERRILLA.

Como fruto de esta primavera lluviosa, florida y prolongada, la sierrilla nos regala este baño de color amarillo de la flores que en el norte conocemos como "tojos". En realidad es un nombre genérico para un grpo de especies de la familia de las leguminosas, muchas de ellas espinosas y con estas vistosas flores. Las especies del norte, por otro lado, florecen a finales del invierno.
Por desgracia, las odas y serenatas a la vida que dedica Juan por las noches, los problemas burocráticos, las clase, los exámenes y hasta la situación económica han sido una combinación agotadora que no me ha permitido ni oler la primavera en estas últimas semanas salvo en contadas ocasiones. Me sepulto en esa cotidianidad que un filósofo pedante llamó "facticidad de lo dado" y con ella se pierden estos pequeños arranques de curiosidad que permite el ocio. Ah, ya llegarán tiempos mejores, pero estas primaveras son un auténtico regalo, y si las cosas siguen así, cada vez serán más escasas.  

Un cuco en la niebla se dejó fotografiar en nuestra salida a la Sierrilla.