Rastreando en el mapa geológico MAGNA, andaba el G.P. buscando lugares interesantes del metamorfismo de contacto en las cercanías de Cáceres, y uno de los lugares que más prometía era la "aureola de contacto" que rodea al batolito de Cabeza de Araya. Aquí nos encontramos con uno de sus extremos, el que marca el final de la ribera de Araya, en un valle desolado por el impacto de la cola del embalse, pero no exento de belleza. Uno tiende a pensar lo hermosos que debían ser los riberos de estos arroyos antes de la construcción del embalse de Alcántara, y también el riesgo actual para la preservación de los riberos todavía existentes, como los del Almonte. Pero tampoco me siento demasiado idílico al respecto. De hecho, el sentimiento de vacío que encontramos en este paraje se vuelve para un amante de las piedras en una gigantesca ventaja, puesto que dejan al desnudo todas las formaciones rocosas de la zona, listas para ser observadas por nosotros.
Y ciertamente, aquí hay para el disfrute. Desde la carretera que une la N630 con Garrovillas, a unos 26 km. de Cáceres, nos encontramos con zanjas y trincheras que ya desvelan la sucesión de pizarras metamórficas y granitos. Igualmente, al pasar el puente sobre Araya, atravesamos también el dique de diabasas (del que hablamos hace un par de semanas, y lo volveremos a hacer). Lo mejor es bajarse del coche y seguir los caminos que bordean la ribera, hasta llegar al cauce del Araya. Allí la roca desprovista de toda vegetación, -excepto praderas de gramíneas, que adornan el ambiente-, nos permite recrearnos en las caprichosas formas de las rocas. Son interesantes el bandeado de las pizarras mosqueadas y sobre todo, el punto de contacto nítido de los filones e intrusiones del batolito sobre dichas pizarras. En ocasiones, un contacto sin transformación, y en otras dando lugar a mezclas rocosas muy particulares, como intentamos reflejar en las fotografías de abajo...
Esta es una cola del embalse de Alcántara, que viene a ocupar el abrupto valle que formaba el arroyo de Araya y que está marcado por el impacto de la falla de Alentejo-Plasencia. En ella se dan cita tres terrenos geológicos diferentes: las rocas metamórficas de la aureola de contacto, los granitos del batolito de Cabeza de Araya y las diabasas de la Falla Alentejo-Plasencia. A pesar de las lluvias del presente invierno, el embalse está lejos de estar lleno...
Un pequeño filón granítico atraviesa las pizarras mosqueadas de la Ribera de Araya.
Punto de contacto, sin modificación alguna, entre la pizarra moteada y la masa granítica.
Otro dique granítico, de mayores dimensiones, se introduce en los estratos pizarrosos. La fracturación casi vertical afecta a ambos conjuntos litológicos. En la base de la fotografía discurre el arroyo Araya.
En esta ocasión, la masa granítica llega deformada y los cristales de feldespato, cuarzo acaban "flotando" en el esquisto pizarroso.
Una de estas rocas "de transición", en las que los componentes del granito se esparcen entre sí y comienzan a transformarse. Supongo que habrá algún nombre más científico para las mismas, pero el G.P. desconoce su descripción...