Desde que no escribimos en el
blog (con exámenes y todo lo demás) han ocurrido cosas nuevas, entre ellas, ni más
ni menos, una abdicación real y unas elecciones europeas. Pero hay cosas que no
cambian y se repiten como si de una ley universal se tratara, como por ejemplo,
el incendio del cerro de los pinos o cerro Cabezarrubia. Lo único que ha
llamado la atención del G.P. este año ha
sido la prontitud del incendio. Pastos muy amplios y una primavera muy seca han
hecho que el cerro se haya convertido en un infierno a la primera de cambio.
Pero como suele ser habitual es una crónica largamente anunciada que se repite
con estas fechas. Consultando la prensa, uno se hace la inevitable pregunta.
¿Quién comete esta estupidez? ¿Quién puede salir ganando con semejante incendio?
¿Quiénes son los responsables? Indudablemente, la primera impresión es
sencilla. Algunos individuos que viven en la zona muestran poco civismo descuidando el monte y maltratándolo
año tras año. Pero en contrapartida, los colectivos de Aldea Moret (con J.J.Tato a la cabeza) contestan
sugiriendo que en realidad lo que hay es un descuido municipal respecto a la
colina. Año tras año, estos colectivos hacen repoblaciones invernales de
árboles en las laderas del cerro. Año tras año, muchos de esos árboles son quemados en el
verano. Subiendo por sus laderas encontramos junto a troncos quemados de
árboles viejos, algún retoño joven de encina o pino que ha ido sorteando los
incendios de años anteriores pero que no tienen suficiente número como para
cubrir las pérdidas.
Y mientras
esto ocurre, no hay desbroces del monte
ni gestión municipal alguna y esto hace que cualquier acto malintencionado o
descuido sea dramático para todo el cerro (y las casas colindantes). El problema, en términos políticos, es
sencillo. Como el estado (o ayuntamiento) observa que toda inversión sobre el
terreno se hace improductiva, el estado deja de gastar y se desentiende del
problema. El problema sigue ahí y se
agrava, y entonces se hacen llamadas a la inversión por los afectados, que son negadas por la
inutilidad en el gasto. Un círculo vicioso bastante difícil de quebrar. En el fondo, no cuenta tanto lo que perdemos con cada incendio (un
incendio de superficie, que habitualmente no daña los árboles viejos,
vegetación pirófila típicamente mediterránea y acostumbrada a estos avatares),
pero sí lo que dejamos de conseguir para el futuro: un cerro repoblado de
nuevo, un parque natural sencillo y un bonito mirador de nuestra ciudad. Da pena no por
lo que es, sino por lo que podría ser en el futuro, y en la mano de
irresponsables se convierte solo en cenizas un año tras otro.
Sem comentários:
Enviar um comentário