quarta-feira, 18 de junho de 2014

CAÑANEJAS CACEREÑAS

    Si alguien da un paseo a principios de la primavera por el empinado sendero que sube desde la Ronda Norte hasta el depósito de agua de la Sierrilla, se encontrará con una agradable vista botánica: la presencia, extremadamente abundante, de la cañaneja o férula (Ferula comunis). 
   Estas plantas forman espesos matorrales de color verde oscuro, muy estéticos, que además quedan situados de forma estratégica junto a los muros de piedra que nos acompañan en la subida. A veces da la sensación que algún jardinero anónimo los ha colocado allí con toda la intención del mundo, para alegrar la vista de quienes suben hasta el depósito.   
     Alguien  dijo una vez con cierta guasa que la planta parecía  una zanahoria gigante, y en cierta medida no se equivocaba, la cañaneja pertenece a la familia de las umbelíferas, al igual que las zanahorias, la visnaga o el hinojo, estas últimas plantas bastante comunes en los comienzos del estío. Precisamente por ser umbelíferas, su bulbo les permiten aparecer año tras año, poseer reservas alimenticias y de esta forma aparecer en estas épocas veraniegas, cuando parece que todo el campo se marchita. Sin embargo, la férula es una planta típicamente primaveral, aunque es ahora cuando se hace más visible con sus altos tallos elevándose por encima del resto de la vegetación.

   Como decimos, es en junio cuando podemos contemplar los gigantescos tallos -de más de dos metros de altura- coronado por las vistosas esferas de flores y frutos, con la disposición típica de las umbelíferas. El arbusto puede ser tan singular que destaca a mucha distancia, sobre todo cuando el resto de la vegetación está seca. Naturalmente, esto se convierte en un apetitoso bocado para todo tipo de insectos y es lo que le pasaba a las pocas cañanejas que han fructificado este año en los alrededores de la estación de ferrocarril, como se ve a la derecha. Los pulgones ennegrecían la planta y las hormigas, a su vez, hacían el agosto con los pulgones. 
   Hay otros lugares donde podemos contemplar estas plantas sin contar con estos molestos visitantes: hace poco el G.P. estuvo de nuevo en las viejas minas de Valdeflórez, y se encontró con un auténtico paraíso de la férula. La vaguada del valle, con los suelos removidos hace décadas por las labores mineras, estaba cubierta de umbelíferas, en especial visnaga y estas férulas (al hinojo no le vimos), que aparecían altas y rectas, exhibiendo sus frutos en lo más alto. En este lugar lo podemos observar sin daños y sin estar atacados por plagas, como suceden con algunas plantas silvestres de la ciudad. 
     El tamaño y su forma recta permite que de estos   grandes tallos se puedan extraer bastones estupendos en el verano, para aquellos paseantes de prados y colinas desconocidas. Desgraciadamente, su tallo es hueco y en ocasiones resulta quebradizo. Abajo le dedicamos una última foto, con la pequeña torre de Valdeflores de fondo. 


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