Las zanahorias y visnagas son muy comunes y sienten predilección por vaguadas y bordes de caminos. En Santa Lucía, había a cientos en sus zonas más húmedas.
Estos días hemos regresado al cerro Romanos, un lugar que no frecuentábamos desde hacía cuatro años. El que durante el otoño y el invierno sea un lugar frecuentado por cazadores no ayudaba en absoluto a esta visita, y más de una vez en este último invierno, al llegar a Santa Lucía, los petardazos y cazadoras caquis de los cazadores nos guardaban mucho de meternos por el monte de por libre. Así que no nos quedó más remedio que dejarlo para el verano.
Naturalmente, visitarlo en estas fechas tiene sus limitaciones: una sequedad extrema, pocas especies vegetales, escasas flores y por supuesto ninguna seta, salvo los restos de los pisolithus o la esclorodermas del invierno anterior... Aunque sí es fácil cruzarnos con lagartijas, mariposas y alguna liebre. Incluso si levantamos alguna piedra grande en una zona arenosa y húmeda, nos toparemos con algún alacrán malhumorado.
Quien se favorece bien de estas circunstancias son las pocas flores que tenemos de temporada, entre ellas, la visnaga. La vaguada de Santa Lucía estaba cubierta de ellas y se entremezclaban bien con las zarzamoras, mientras estas son relativamente pequeñas. Ambas especies se aseguran humedad y atraen insectos para la polinización.
Sem comentários:
Enviar um comentário