Decididamente, el parque del Príncipe es el lugar perfecto para encontrar setas inesperadas. Ya nos resultó sorprendente encontrarnos con el clatus ruber en los dos últimos inviernos, cuando para nuestra sorpresa nos topamos ahora a final de septiembre con las estrellas de tierra o Geastrum. Pero no un geastrum cualquiera, sino una de sus más grandes especies y de las más extrañas y amenazadas: Myriostoma coliforme. Un hongo del que desconozco si hay algún registro en Extremadura (no aparece en la completa lista de hongos de la sociedad micológica extremeña), pero del que al menos el GP conoce que es poco común y que está registrado como un hongo en amenaza de extinción en al menos doce países europeos.
Acostumbrados a ver champiñones y setas de chopo en esta época, dar con este peculiar género siempre resulta atractivo. ¿Qué tiene esta seta de especial? Ni su sabor ni la belleza de los colores, indudablemente. Pero tiene unas formas que lo asemejan más a un alienígena o un virus que a una seta al uso. Estas peculiares setas forman parte de los ascomicetos, aquellos hongos cuyas esporas se desarrollan en globos o bolsas que llegado el momento de maduración, se abren y liberan sus esporas. Pero al mismo tiempo, estos hongos han desarrollado un pie adaptable a las circunstancias atmósfericas que les permiten una movilidad bien peculiar frente a sus demas parientes. Extendido bajo condiciones secas y plegado en sí mismo cuando se da una mayor humedad. El Myriostoma se distingue de los demás geastrum o estrellas de tierra por su mayor tamaño y también por el gran número de orificios que presenta la bolsa de esporas (habitualmente los demás geastrum solo presentan un orifico en la parte superior).
Los dos ejemplares fotografiados aparecían sobre el manto abundante formado por la acícula de una hilera de viejos cipreses que bordean una de las tapias del parque, y quizás llevan ahí bastantes años. El GP a veces se hace la pregunta de cómo es posible que de cuando en cuando aparezcan estas especies raras en el parque. Insondables son las sendas del destino, pero la movilidad del terreno, la gran cantidad de árboles y arbustos plantados (con la tierra, raíces y abono extraño al terreno del parque y que aporta innumerables esporas o micelios de hongos) y los distintos hábitats que conviven en el parque hacen que numerosas especies lleguen a este lugar de forma totalmente casual, al igual que el Colus. De esta manera es quizás más fácil encontrarse con especies muy distintas de setas en el Príncipe que en una dehesa o en los prados de los alrededores. Algo de lo que deberíamos estar bastante satisfechos los amantes de las setas.
Dibujo de James Sowerby (1803) |
Los dos ejemplares fotografiados aparecían sobre el manto abundante formado por la acícula de una hilera de viejos cipreses que bordean una de las tapias del parque, y quizás llevan ahí bastantes años. El GP a veces se hace la pregunta de cómo es posible que de cuando en cuando aparezcan estas especies raras en el parque. Insondables son las sendas del destino, pero la movilidad del terreno, la gran cantidad de árboles y arbustos plantados (con la tierra, raíces y abono extraño al terreno del parque y que aporta innumerables esporas o micelios de hongos) y los distintos hábitats que conviven en el parque hacen que numerosas especies lleguen a este lugar de forma totalmente casual, al igual que el Colus. De esta manera es quizás más fácil encontrarse con especies muy distintas de setas en el Príncipe que en una dehesa o en los prados de los alrededores. Algo de lo que deberíamos estar bastante satisfechos los amantes de las setas.
Desafortunadamente, los dos hongos ya estaban completamente maduros, y quedaban sueltos por encima del mantillo, una vez completado su ciclo.
Comparado con otras estrellas de tierra, este género alcanza proporciones considerables.
Aspecto del hongo por detrás del globo. El GP pensaba que tendría algún tipo de raíz, como otras especies similares, pero nada.