Después de un prolongado silencio marcado por la agenda escolar retomamos nuestra actividad habitual en el blog ofreciendo imágenes de lo que esta primavera ha deparado de sí. Y es que uno desearía que el día tuviera treinta y seis horas y de entre ellas dos para las actividades blogueras. Pues bien, en uno de nuestros paseos vespertinos por el arroyo del Parque del Príncipe, nos encontramos en abril con un grupo de rabilargos afanados en el tronco de un enorme chopo negro seco. Pensaba yo que andarían a la búsqueda de insectos y otras lindas vituallas, pero luego me decanté más bien por actividades arquitectónicas para sus nidos. Está claro que no era solo yo, paseando a Juanillo por el parque, el que tenía que atender a importantes demandas domésticas... en el caso del rabilargo, su tarea era ni más ni menos que crear su propia casa.
Arrancando del tronco viejo las fibras resecas: una tarea para picos fuertes...
y qué bien afanados que se hallan en su trabajo...preciosas fotos las que nos muestras.
ResponderEliminarun abrazo
Cómo me gustan estos bichejos... siempre que los veo me acuerdo de ti, Ángel
ResponderEliminarVaya, ese último comentario me lo tomaré a bien... si no es así, suena como "cada vez que veo un cuervo te tengo presente"... je je.
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