Quien dijese que no había setas en invierno no habría mirado bien a su alrededor. O quizás no ha tenido la oportunidad de asomarse al parque del Príncipe y a ese rincón del que últimamente hablamos tanto. Allí sí había setas, tantas como en el otoño. Pero es verdad que ahora el invierno condena las setas a los lugares menos fríos y más resguardados, excepto para aquellas especies que precisamente adoran estas circunstancias, como el pie azul.
Pero hoy hablamos de un hongo también invernal, en el que el Granito Parlanchín nunca había reparado. Apareció nuevamente en el generoso mantillo que los jardineros del parque del Príncipe han dado a su rincón sur, en la entrada por Rodriguez Ledesma y tiene por nombre Peziza varia. Además es un hongo de los adorados por el Granito Parlanchín: de formas atrevidas y extrañas, nada de la típica seta corriente (hay gente que adora los hongos por sus virtudes culinarias, en el caso de un esteta como el G.P., adoramos sus virtudes morfológicas).
En realidad aunque la familia peziza está bastante clara, lo de varia puede discutirse, ya que hay otros ochenta hongos de la familia que pueden llegar a ser bastante parecidos y que nos llevaría a sus características microscópicas. Dejando ese detalle de lado, el aspecto de este hongo es inconfundible. Es como un pequeño embudo marrón o un huevo roto sobre el humus, completamente hueco por dentro y arrugado en su base. Podría tener cierta apariencia a las "orejas" (de Judas, de burro) pero su carne se quiebra con facilidad y no tiene la apariencia gelatinosa de otras especies. Aunque pequeño, su carpóforo (es decir, lo que se ve de la seta) llega a tener hasta cuatro o cinco centímetros de ancho y no hace falta centrar mucho la vista para reconocerlo en nuestros paseos. En el caso de nuestro feliz encuentro el G.P. se encontró decenas a su alrededor, en muy pocos metros cuadrados. Y aunque la sociedad micológica extremeña considera poco abundante este hongo, parece darse la mar de bien cuando las circunstancias le acompañan: humus, estiércol, madera en descomposición. Llamaba la atención como el micelio de estos hongos se aferraba intrincadamente a pequeños pedacitos de madera, de la que sin duda se alimentan. En fin, un encuentro interesante, y puramente invernal: la mayor parte de las pezizas solo aparecen en el invierno y principios de primavera.
Eclosión de peziza sobre el mantillo de humus y maderas troceadas: la delicia para estas especies lignícolas.
El sol de la tarde nos permitía nos permitía jugar con las setas.
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