quinta-feira, 23 de junho de 2016

ROCAS DE AZUAGA


La iglesia de la Concepción de Azuaga, levantada en el siglo XVI y con un estupendo estilo isabelino bastante homogéneo.

Puerta de la iglesia de la Concepción.
Cada vez que ve una vieja iglesia o castillo de un lugar lejano, el G.P. hace doble interpretación: más allá del valor artístico e histórico presente en la obra, vemos una ventana abierta a todos los materiales geológicos que rodean el entorno. Esto es lo que ocurre en las construcciones de Azuaga. Pero antes, permitan un esbozo histórico de esta singular población. Azuaga tiene su lugar propio en la historia geológica y minera de Extremadura. Siendo ya una importante población en la edad moderna, Azuaga entra en la historia de la minería a finales del XIX por la puerta grande. Así en poco tiempo, pasa a ser el centro extractor de plomo a escala nacional durante la primera mitad del siglo XX. Azuaga se convirtió, gracias al boom minero, en una ciudad de más de 17000 habitantes hasta la década de los cincuenta. 
Rocas bandeadas de la iglesia, granitos alterados a formas de gneis.
     Después, el rápido declive tras el agotamiento de los filones, coincidiendo con el proceso de industrialización en otras regiones de España y la emigración que conllevó dejó la población de Azuaga a la mitad a mediados de los años sesenta.
Rocas de aspecto areniscoso en la iglesia de Azuaga.
    La gran mayoría de los pueblos de España no volvieron a ser los mismos tras esa década, pero en Azuaga esa transformación se debió vivir con un dolor aún más intenso. Todo esto no hace que Azuaga ahora sea una típica ciudad minera fantasma, y con sus ocho mil habitantes conserva su empaque urbanístico, social y cultural, y uno puede asistir a un concierto de zarzuela y tomarse una cerveza con sus terrazas hasta arriba de gente, como fue lo que le pasó al GP la semana pasada. 
Mapa geológico de la zona (Junta de Extremadura, 2013)
Decoración vegetal gruesa del siglo XVI, isabelino.
  Dicho esto, pasamos a la parte geológica: las rocas de la ciudad. Azuaga está en una zona variada a nivel petrográfico (gneises, vulcanitas, cuarcitas, grauvacas, areniscas, calizas...), como muchas comarcas de Badajoz, y por supuesto muchas de estas rocas, sacadas de su emplazamiento natural, han sido utilizadas en las construcciones de distintos periodos de la historia del lugar. El castillo de Miramontes, o lo que queda de él, es un lugar interesante para ver todas las rocas de la zona. Su estado ruinoso desde hace siglos ha hecho que buena parte de las rocas que se emplearon en su construcción, estén esparcidas por todos sus alrededores, alternando granitos, cuarcitas, esquistos, rocas básicas o gneis. Las rocas propias de la pequeña elevación donde se construyó el castillo son cuarcitas negruzcas precámbricas (con una pizca de mica), una roca habitual en estas pequeñas  elevaciones del terreno por su excepcional resistencia, como sabemos los geólogos cacereños. 
Capiteles góticos con más motivos vegetales en granito.

Gneis de la zona, recogido en el castillo.
    En la propia población, la iglesia de la Consolación permite ver en su propia construcción granitos modificados y bandeados con aspecto de auténticas areniscas, alternando también otros materiales geológicos que nada tienen que ver con el granito y que podrían tratarse de vulcanitas, aunque eso es meramente conjetura del G.P. Por supuesto, animamos al visitante que se deje llevar por la profusa decoración de estilos isabelino, e incluso cierto toque manuelino -de influencia portuguesa- y plateresco (presente sobre todo en los cuerpos altos de la torre) y que no centre únicamente su atención en las obsesiones del GP. Los extensos motivos de la decoración, ya sean vegetales, gárgolas con caras grotescas, o con columnas retorcidas, merece que nos recreemos en cada uno de los detalles. Por cierto, si nos fijamos bien, algunas de estas gárgolas son añadidos posteriores, de estilo neogótico y no son de piedra natural.  

Vulcanitas entre el granito de la iglesia
El castillo, o lo que queda de él: un lugar para
buscar rocas del entorno.


Decoración manuelina y plateresca en la torre.
Interior de la torre de homenaje del castillo.

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