Unas pocas gotas de lluvia permitieron dar un toque más peculiar a nuestras flores.
La bici aparcada en un sendero cubierto de jaras.
Flores sin las pintas negras en su interior.
Extrañamente nunca ha sacado el G.P. en su blog una flor de jara. Una planta tan típica merece al menos un post, me dije. Así que cuando un pequeño claro se impuso en el plomizo cielo de Semana Santa, aproveché para subir hasta el Portanchito y disfrutar de su presencia. El Cistus ladanifer es una de las quintaesencias del bosque mediterráneo. Otro todoterreno de la región, nuestro arbusto se adapta a terrenos con suelos muy pobres donde en ocasiones no hay otra planta más que ella. Es sabido que el aceite de estas plantas ha tenido usos medicinales desde tiempos inmemoriales. Lo que desconocía -y en esto me ilustró la sabiduría de mi amigo Helí- es que esta planta, resinosa y muy pegajosa, se utilizaba en la época de la mesta para extraer la lana de las ovejas merinas. Tiempos muy lejanos a los nuestros, en los que preferimos disfrutar de la belleza de las flores y de sus aromas... simplemente.
Las abejas no pierden el tiempo, a pesar de la lluvia...