Las garcillas posando tranquilamente en mitad de la rotonda.
Interesante foto de la garcilla bueyera con fugaces coches por detrás.
Acostumbrábamos a ver las garcillas bueyeras en mitad del campo, cercanas al ganado o en charcas, pero no en mitad de la rotonda más concurrida de toda la ciudad. Otra señal más que numerosos animales tienden a aceptar cada vez más la proximidad del hombre. Curiosamente, las garcillas ni se inmutaban con los coches o el ruido de las motos, pero seguían sigilosamente cada movimiento que hacía con mi cámara en las alturas del puente elevado. No dudaban en alzar el vuelo en cuanto se sentían observadas. Pero al final, un poco de paciencia mereció la pena.
En las fotos, nos encontramos a nuestras amigas las garcillas con su plumaje de invierno: patas negruzcas y pico amarillento. En la época de celo, tanto el pico como las patas tienden a enrojecerse. Hay que estar guapos para el noble acto de la procreación! A diferencia de otras especies, podemos verla prácticamente durante todo el año, aunque ahora son bastante más visibles, atravesando los cielos de la ciudad en grandes bandadas.