Pero a lo que íbamos: en las cercanías de nuestra aldea se extiende una amplia vaguada cubierta de robles, chopos y algún pino (ya hablamos de ella alguna vez), y las lluvias del último julio han permitido una proliferación poco habitual de hongos. A las rúsulas y algún que otro boleto se le ha añadido una especie bastante perseguida por los micólogos: el "cantarelus" (nombre científico simpático) o rebozuelo. Este bonito hongo prolifera en los lugares más abiertos del sotobosque, y especialmente, a lo largo del tortuoso camino de carros (abandonado hace décadas), que conecta Gustei con Vilarnaz. Aquí y allá se le veía, levantando su característico porte entre la hojarasca de robles.
Ignoro a qué especie concreta puede pertenecer, porque hay más de un rebozuelo (aunque no son venenosos, no todos son igual de ricos) y estos además estaban algo descoloridos por el verano; pero indudablemente, no existen confusiones con la peligrosa seta de olivo ni con otros lactarios.
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