Estos días oscuros no ofrecen muchas posibilidades de salir al campo, y entre eso y nuestras obligaciones domésticas, apenas queda tiempo para un respiro. En una de estas últimas ocasiones que cogí la bicicleta me acerqué a ver cómo estaba la charca del Marco en el otoño, y si iba bien nutrido de agua el arroyo. Por el camino me encontré con este estornino sobre un cable, en mitad de la calle y chillando como un loco. Por la forma como le miraba su compañero, no debía de hacerlo del todo mal. Aunque si conocieran los orfeones que se juntan en las calles de otras ciudades, se quedaría de piedra.
Sem comentários:
Enviar um comentário