Típico aspecto de la senderuela: láminas crema y espaciadas y pie coriáceo.
Un buen champiñón en Valcajarillo.
Un champiñón asolado por las heladas de diciembre.
Con el Señor del Frío llamando a las puertas de enero, la temporada de setas ha tocado a su fin incluso en una zona más templada como la nuestra. Las heladas mañaneras han dejado las narices del G.P. congeladas y los campos que visitamos se despejan de las flores otoñales y de nuestros apreciados hongos. Y aunque el invierno nunca es demasiado largo en nuestra comarca, se nota su presencia. Pregúntenselo a las avefrías, chorlitos y demás compañeros que pululan por cualquier pastizal de los alrededores de Cáceres.
Decíamos que este iba a ser nuestro último mensaje setero de la temporada, y lo hacemos mostrando alguna de las setas más comunes de nuestros campos: las senderuelas (Marasmius oreades) y los champiñones silvestres. Sobre la primera, podemos aclarar diciendo que es fácilmente reconocible por las láminas de su sombrero muy espaciadas (en otras muchas setas están más apretadas) y porque el pie es mucho más resistente de lo que aparentemente parece: podemos retocerlo sin que se rompa, y es extremadamente fibroso, como pueden apreciar en la fotografía. Esta pequeña seta tiene seguidores en el campo culinario, pero parece ser que los atracones de estas setas tampoco son muy recomendables. Como mandan los aristotélicos, se impone la moderación y el justo medio en su consumo... Estas imágenes proceden de los prados cercanos a la vía del tren Cáceres-Plasencia, pasadas las Capellanías.
Los otros setoncios que el G.P. descubrió en sus paseos fueron champiñones silvestres (agaricus campestris), muy comunes en nuestros campos. Respecto a los champiñones silvestres, estas setas resisten todavía las primeras heladas y todavía a finales de diciembre es posible encontrarse con alguna seta despistada que es capaz de levantar la tierra helada y salir a la superficie. El champiñón que sostiene la mano del G.P. está ya pasado, con el sombrero totalmente abierto y las láminas ennegrecidas: según los gourmets, ya no es demasiado sabroso para ser consumido.
Los otros setoncios que el G.P. descubrió en sus paseos fueron champiñones silvestres (agaricus campestris), muy comunes en nuestros campos. Respecto a los champiñones silvestres, estas setas resisten todavía las primeras heladas y todavía a finales de diciembre es posible encontrarse con alguna seta despistada que es capaz de levantar la tierra helada y salir a la superficie. El champiñón que sostiene la mano del G.P. está ya pasado, con el sombrero totalmente abierto y las láminas ennegrecidas: según los gourmets, ya no es demasiado sabroso para ser consumido.
Y por último, el G.P. descubrió setas de cristal, que crecen en postes de madera y con sombrero esférico. Si se encuentan alguna de estas setas, absténganse de consumirlas. Pueden dejarse la dentadura en el intento o sufrir una indigestión de aúpa. Úselas de geniales pisapapeles, adorno casero o de arma arrojadiza contra el político de turno o la suegra impertinente. Feliz año 2013.
Postes de la luz caídos en las cercanías de la casa de Valcajarillo, más allá de las Capellanías.