Sierra de Fuentes
Zona de Malpartida
Parque del Príncipe
Parque del Príncipe
En verano las ranas verdes están presentes en cualquier charca o estanque. La falta de agua las lleva a concentrarse en aquellos lugares húmedos que todavía no han sucumbido al estío, y además coincide con la fase final larvaria, con lo que las orillas están a rebosar de pequeñas ranitas que saltan por decenas cuando pasamos a su lado.
La rana común o rana verde (rana ridibunda, o rana perezi, variedad ibérica) es la más extendida de las ranas por su tolerancia a las aguas sucias o estancadas y su resistencia a la contaminación. Además sus hábitos diurnos la hacen fácilmente reconocible en cualquier momento del día. Otras no tienen la misma suerte, como la ranita de san Antonio o la meridional (hyla arborea o hyla meridionalis), aparte de pasar esta última más desapercibida y ser mucho más difícil de ver por ser arborícola y nocturna.
Aquí la vemos en grupo (estanque en Sierra de Fuentes), sobre cemento (Parque del Príncipe) o en su ambiente más natural (charcas de la zona de Malpartida), pero por verla, basta bajar a Cánovas por la noche y verlas croar en las fuentes del parque. Para distinguirlas, no se guíen por el color, pues puede ser muy cambiante. Lo que sí tienen siempre son tres rayas verdes o pardas que atraviesan todo el tronco.
La rana común o rana verde (rana ridibunda, o rana perezi, variedad ibérica) es la más extendida de las ranas por su tolerancia a las aguas sucias o estancadas y su resistencia a la contaminación. Además sus hábitos diurnos la hacen fácilmente reconocible en cualquier momento del día. Otras no tienen la misma suerte, como la ranita de san Antonio o la meridional (hyla arborea o hyla meridionalis), aparte de pasar esta última más desapercibida y ser mucho más difícil de ver por ser arborícola y nocturna.
Aquí la vemos en grupo (estanque en Sierra de Fuentes), sobre cemento (Parque del Príncipe) o en su ambiente más natural (charcas de la zona de Malpartida), pero por verla, basta bajar a Cánovas por la noche y verlas croar en las fuentes del parque. Para distinguirlas, no se guíen por el color, pues puede ser muy cambiante. Lo que sí tienen siempre son tres rayas verdes o pardas que atraviesan todo el tronco.
El G.P. siente debilidad por estos animalitos, uno de los grupos más amenazados de nuestro entorno. Y es que quien no haya cogido una rana de pequeño, no ha tenido infancia. Con sorpresa, hace un par de veranos, tuvo que enseñar a niños de diez y doce años a verlas por primera vez en su vida. ¡Cuántos años perdidos de naturaleza!
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